Me gustas. No sé por qué.
Nadie es perfecto, pero tú pareces serlo. Aparentas no tener ningún defecto.
Eres todo para mí. Siempre pienso en ti, a pesar de que tú nunca piensas en mí,
o eso creo. Para ti, sólo soy una amiga más. Bueno, soy tu mejor amiga. Te
conozco y tú me conoces más que bien. Me siento bien a tu lado. Pasamos buenos
momentos. Pero sólo somos amigos y nada más.
Quisiera que eso cambiara,
que fuéramos más que amigos. Pero no quiero arruinar nuestra amistad. Tengo
miedo de que si no llega a funcionar, tú y yo nos separemos para siempre. Y es
que acabar con una amistad de tantos años sería horrible.
Aún recuerdo cuando nos
conocimos. Éramos un par de niños ingenuos, que no conocían qué era el amor.
Sólo queríamos ser amigos. A medida que fuimos madurando y creciendo, dejaste
de ser ese niño divertido y gracioso de 7 años, para convertirte en el chico de
17 años que eres ahora. Ese mismo chico que me hace reír. El único que entiende
mis tristezas. El único que, al tocarme, hace temblar todo mi cuerpo.
Quisiera saber si sientes lo
mismo que yo. Sólo con un beso lo sabría. Un beso. Como aquel que me diste en
esa obra de teatro. Donde tú eras Romeo y yo, Julieta. Interpretamos una de las
historias más románticas del mundo. Ese beso fue muy especial para mí, creo que
también para ti.
Algunas veces te veo con
alguno de tus amigos y me dan ganas de salir corriendo hacia a ti, abrazarte,
besarte y decirle a todo el mundo que TE AMO. Algunas veces lo he intentado,
pero no me quiero arriesgar a sufrir una decepción. Tampoco quiero arruinar eso
tan “bonito” que tienes con tu novia. Parece que la amas. Aunque ella también
lo haga, nunca te amará como yo.
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