Me gustas mucho. Es un
sentimiento que no puedo explicar. Todo en ti me parece perfecto: tu voz, tu
sonrisa, tu inteligencia, tu modestia, tu risa, en fin, EVERYTHING.
Recuerdo el día que nos
conocimos. Tú tenías 10 años y yo, 11. Quién creería que ya pasaron 12 años
desde ese día, el día en que te mudaste al lado de mi casa. Ese día empezó
todo. Aún te imagino bajando del auto de tus padres. Corriendo hacia la puerta
para ver tu nueva casa. También recuerdo cuando mamá y yo fuimos a tu casa para
darles la bienvenida. Eras algo tímida y te escondías detrás de tu mamá. Nunca
olvidaré cuando, de tus dulces labios, salió la bella pronunciación de tu
nombre: “SARA”. En ese momento pensé: “Sara y Matías. No suena tan mal”.
Ambos estudiábamos en la
misma escuela, en el mismo salón. En la secundaria fue igual, sólo con la
diferencia de que todos los chicos estaban locos por ti. Es que eras hermosa.
Para ti sólo era un amigo, tu vecino, nada más. Luego esa noche, en el Baile de
Bienvenida del último año. Te coronaron como reina y a Joseph, como rey.
Bailaron una pieza lenta frente a todos. Cuando el baile acabó, te llevé a casa
y, aún no sé si fue un sueño o estaba alucinando pero, me besaste. Luego de esa
noche no volvimos a hablar.
El tiempo pasó, empezaste a
salir con Joseph y se volvieron novios. La secundaria acabó y te fuiste a la
universidad.
Ahora, después de tanto
tiempo, te escribo para expresar todo lo que me he guardado durante 12 años. La
verdad TE AMO. También te escribía para decirte que recibí tu invitación.
Gracias, pero si fuera mi corazón se partiría aún más. Sólo me queda decir…
Sara, felicidades por tu boda. Con cariño, Matías.