-¿Por qué eres así conmigo?-
le pregunté.
-¿A qué te refieres?
-Quiero saber por qué cuando estamos
solos no puedo hacer nada sin que te alejes de mí o cambies de tema.
Estaba harta de esta
situación. Andrés me gustaba demasiado, pero cada intento de acercármele hacía
que se alejara de mí. No entendía por qué lo hacía. ¿Quizás no le gustaba que
se le acercaran demasiado? Pero qué estoy diciendo. Él saluda a todo el mundo y
se les acerca para hablarles. ¿Por qué era así conmigo?
-Dime la verdad, ¿no te
agrado?- ya me estaba enojando.
-No es eso. Me agradas. En
serio me agradas. Incluso más de lo que me gustaría que me agradaras- me dijo
con tristeza en su voz.
-¿Qué quieres decir con “más
de lo que te gustaría”?
-Olvídalo.
-No te entiendo. Simplemente
no te entiendo- le dije.
Quería irme. Quería huir de
Andrés, pero cuando lo intenté él me tomó del brazo, me atrajo hacia sí.
Sujetaba mi brazo con una mano, y la otra la tenía en mi espalda. Andrés se mantuvo
en silencio unos segundos.
-No puedo hacerlo- dijo
mientras me soltaba.
-¿Ves? Es a esto a lo que me
refiero. No soportas ni estar un segundo cerca de mí, y no entiendo por qué.
Me fui de ahí. No vi a Andrés
en un par de minutos. Estaba sentada sola frente a la fogata. Estaba destrozada
por el rechazo de Andrés. Estaba llorando.
-No llores. Por favor no
llores. No era mi intención hacerte llorar. Perdóname Alex. Por favor
perdóname- me dijo mientras me abrazaba- Eres demasiado hermosa para llorar.
Tus hermosos ojos no merecen derramar ni una sola lágrima por este tonto que
tienes al lado.
-Vete ahora mismo.
-Alex, ¿quieres que te diga la
razón por la que soy así contigo?- me preguntó mientras limpiaba mis lágrimas
con su dedo.
-Ya no tiene caso. Ya me quedó
claro que no te gusta estar cerca de mí.
-Te equivocas. Me encanta
estar a tu lado.
Lo miré de forma extraña. Si
le gustaba estar a mi lado, ¿por qué me evitaba?
-El hecho de que seas mucho
menor que yo hace que, de alguna manera, trate de protegerte. Incluso
protegerte de mí mismo si es necesario. No quiero hacerte daño- me dijo con un
brillo en sus ojos-, pero al parecer ya es tarde.
-¿Es sólo eso?
Esperaba que me dijera que
también le gustaba. Anhelaba que me lo dijera.
-Además, tú me pones en serio
nervioso. Todo lo que haces y dices me pone nervioso. No sé cómo logras tener
ese poder sobre mí, pero lo haces. Quiero cuidarte y verte feliz pero sé que a
mi lado, y teniendo en cuenta nuestra situación, jamás lo serás.
-¿Es sólo eso?- repetí.
-¿Recuerdas que una vez de te
dije que me gustaría encontrar a alguien que me hiciera creer en el amor?
-Sí, ¿por qué lo preguntas?
-Perdóname.
-¿Por qué?
-Por esto…
Acercó mis labios a los suyos
y me besó. Fue el beso perfecto. Fue tan romántico.
-Perdóname por esto y por
elegirte como la chica que me hará creer en el amor. No tienes qué decir nada.
Si no es lo que tú sientes no puedo obligarte a que correspondas a mis
sentimientos.
-En ese caso, perdóname tú
también. Perdóname por elegirte como el chico que me hará creer en el amor.
Esta vez fui yo quien lo besó.
Estuvimos así un tiempo hasta que sentí que alguien nos observaba. Era mi primo
Sam.
-¡Alex! ¡¿Por qué tardaste
tanto en darle una oportunidad a este chico?!
-Espera, ¿tú lo sabías?
-Alex, hay que ser ciego para
no darse cuenta de la química que hay entre ustedes. Además, parece que hubiesen
nacido hechos el uno para el otro.
Sam se fue y nos dejó solos.
-¿Crees que sea verdad lo que
dijo Sam?- preguntó.
-¿Qué si estamos hechos el uno
para el otro? No lo sé.
-Bueno… tenemos mucho tiempo
para averiguarlo.
Volvió a besarme. Esa fue la
mejor noche del mundo. Ese fue el mejor beso del mundo. Ese fue el mejor
momento del mundo. Él es el mejor novio del mundo.
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