Nunca había visto la Luna tan
hermosa como aquella noche. Tan bella y brillante que iluminaba toda la playa.
El ambiente era perfecto y la música llenaba el silencio de una manera
increíble. Caminaba descalzo por la arena disfrutando del aire fresco.
Entonces la vi… Estaba sentada
con las piernas cruzadas, mirando el mar. Su cabello se movía con el viento y
hacía que éste se le cruzara por el rostro. Cuando lo apartó, la pude apreciar perfectamente:
era increíblemente hermosa. Su piel era tan blanca y delicada que parecía de porcelana.
Sus ojos verdes contrastaban con el profundo negro de su cabello. Y sus labios…
eran de un rojo carmesí que te hacían hipnotizar y elevar. Era tan hermosa como
la Luna.
Sólo estaba ahí parado, observándola.
Luego de un momento, decidí acercarme y hablarle. Fue muy amable desde el primer
instante y cuando sonrió… Nunca había visto una sonrisa como la de aquella
chica.
-Me fascina la Luna- dijo dirigiendo
su mirada hacia ella iluminando sus bellos ojos color esmeralda.
Hablamos el resto de la noche,
reímos, bromeamos. Cada vez que la oía reír, era como escuchar la más hermosa
melodía sobre la faz de la Tierra.
Hubo un momento, uno muy especial.
Ella se quedó mirándome y sonrió. Bajó su mirada, tímida ante la mía como
esperando que yo hiciese algo. Y así fue: la besé. Y, justó ahí, desapareció.
Yo tan sólo abrí los ojos,
despertándome del sueño más extraño que alguna vez tuve. Dejé de soñar con
aquella chica que quizás nunca conoceré, o tal vez ya la conocí y nunca me di
cuenta. Quizás estaba tan abstraído en mi mundo que no la pude apreciar. O sólo
quizás ella es una creación de mi mente, inventada representando todo lo que
deseo.
Fuese como fuese, ella siempre
iba a permanecer en mi memoria como la Luna con ojos color esmeralda.
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