viernes, 25 de diciembre de 2015

Ese algo



-¿Qué somos?- le pregunté.
-¿A qué te refieres con “qué somos”?- dijo confundido.

Llevaba algún tiempo saliendo con Nick y aún no sabía en qué punto nos encontrábamos. Él me gustaba y yo también le gustaba o al menos eso pensaba. No es que quisiera ponerle un título a lo que sea que tuviéramos, sólo quería saber a qué debía atenerme.

-Somos amigos- me respondió mirándome a los ojos.
-Amigos… entiendo.
-No lo tomes a mal, Alex. Me gustas mucho…- no lograba terminar la oración-… me gustas más de lo que deberías.
-¿Qué?- ahora la confundida era yo.

Nick apartó su mirada de la mía. Sólo observaba el horizonte, como tratando de hallar las palabras adecuadas para responder a mi pregunta.

-¡Eres como un dolor de cabeza!- dijo riéndose-. Me sacas de quicio todo el tiempo.
-Bueno, tú no te quedas atrás. Siempre me quieres llevar la contraria.



Ambos reíamos. Pensé que en realidad si éramos sólo amigos y de ahí no avanzaríamos. Quizás sólo podíamos aspirar a ser sólo amigos. Eso fue lo que pensé por unos instantes, hasta que Nick me tomó de la cintura y me acercó a él.

-Eres una plaga muy linda y no pareces ser tan dañina- me dijo serio-. ¿Te han dicho que estás loca?
-Varias veces- respondí sonriendo.
-Bueno, eso es de las cosas que más me gustan de ti. Así como tu sonrisa, tus ojos, tu personalidad rara, lo suave que eres- dijo mientras acariciaba mis brazos.
-¿Entonces…?
-Me gustas mucho, pero creo que por ahora sólo podemos ser amigos.
-Lo sé y no me molesta. Sé que hay algo entre nosotros.
-¿Qué es?- me preguntó con el más especial brillo en sus ojos.
-No lo sé- dije.

Sonrió y me besó.

En realidad, no sabía qué teníamos, pero sabía que teníamos algo. Y ese algo era perfecto para nosotros.

Dedicado a: F.M.

martes, 24 de noviembre de 2015

Miedo



Me duele. Me duele tenerte tan cerca y saber que nunca vamos a estar juntos. Pero más me duele que tú no correspondas a mis sentimientos. Te amo. Y en serio me encantaría decírtelo frente a frente. Pero sé que jamás podré porque me da miedo. Y es ese maldito miedo el que me impide demostrarte lo mucho que me importas y lo mucho que haría por estar a tu lado. Es ese estúpido miedo que hace que, mientras otras chicas te coquetean, yo ni siquiera pueda decirte “Hola”.

Quisiera que por un segundo mi timidez desapareciera con todos mis miedos. Me gustaría que por un solo segundo todo dejara de existir, excepto tú y yo. Para decirte TODO lo que siento. TODO lo que me pasa cuando te veo. Si eso pasara, te diría que haces que mis manos suden, haces acelerar mi corazón, haces que me ponga nerviosa con sólo una mirada, y haces que mis rodillas tiemblen de la emoción hasta casi perder el equilibrio.

Te diría las razones que tengo para amarte tanto. Te amo porque con tu mirada haces estremecer mi alma entera. Te amo porque cuando me abrazas haces que en mí florezcan nuevos sentimientos hacia a ti. Te amo porque cuando le pedí a Dios que mandara a alguien que cambiara mi vida, apareciste en mi camino. Te amo porque me haces ser mejor persona. Te amo porque haces que toda mi atención se desvíe hacia ti. Te amo porque haces de cada día especial y diferente. Te amo porque me inspiras. Te amo porque eres mucho más de lo que siempre he anhelado. Te amo, simplemente te amo.

Cuanto me encantaría decirte todo esto. Pero el miedo no me deja. El miedo hace que no sea capaz de mencionar ni una sola sílaba. El miedo hace que me paralice frente a ti. El miedo hace que me guarde todo lo que siento para mí misma. El miedo. Y la timidez. Soy muy tímida y miedosa. Y no puedo evitarlo. Es sencillo, NO PUEDO. Es lo que me digo cada vez que te veo y, nuevamente, pierdo la oportunidad de decirte todo esto. De decirte que no paro de pensar en ti ni un solo segundo de mi vida. Podría decirte, como en una de mis canciones favoritas: “Pienso en ti cada mañana cuando abro los ojos. Pienso en ti cada noche cuando apago la luz. Pienso en ti cada momento, cada día de mi vida. Tú estás siempre en mi mente”. Pero simplemente, me da miedo.

Dedicado a: A.A


martes, 17 de noviembre de 2015

Luna



Nunca había visto la Luna tan hermosa como aquella noche. Tan bella y brillante que iluminaba toda la playa. El ambiente era perfecto y la música llenaba el silencio de una manera increíble. Caminaba descalzo por la arena disfrutando del aire fresco.

Entonces la vi… Estaba sentada con las piernas cruzadas, mirando el mar. Su cabello se movía con el viento y hacía que éste se le cruzara por el rostro. Cuando lo apartó, la pude apreciar perfectamente: era increíblemente hermosa. Su piel era tan blanca y delicada que parecía de porcelana. Sus ojos verdes contrastaban con el profundo negro de su cabello. Y sus labios… eran de un rojo carmesí que te hacían hipnotizar y elevar. Era tan hermosa como la Luna.

Sólo estaba ahí parado, observándola. Luego de un momento, decidí acercarme y hablarle. Fue muy amable desde el primer instante y cuando sonrió… Nunca había visto una sonrisa como la de aquella chica.

-Me fascina la Luna- dijo dirigiendo su mirada hacia ella iluminando sus bellos ojos color esmeralda.

Hablamos el resto de la noche, reímos, bromeamos. Cada vez que la oía reír, era como escuchar la más hermosa melodía sobre la faz de la Tierra.

Hubo un momento, uno muy especial. Ella se quedó mirándome y sonrió. Bajó su mirada, tímida ante la mía como esperando que yo hiciese algo. Y así fue: la besé. Y, justó ahí, desapareció.

Yo tan sólo abrí los ojos, despertándome del sueño más extraño que alguna vez tuve. Dejé de soñar con aquella chica que quizás nunca conoceré, o tal vez ya la conocí y nunca me di cuenta. Quizás estaba tan abstraído en mi mundo que no la pude apreciar. O sólo quizás ella es una creación de mi mente, inventada representando todo lo que deseo.

Fuese como fuese, ella siempre iba a permanecer en mi memoria como la Luna con ojos color esmeralda.