Él es tierno, romántico,
cariñoso, amable, caballeroso, atento, respetuoso, inteligente, en fin:
PERFECTO. Creo que lo amo. Ojalá pudiese demostrarles mi amor a todos. Podría
hacerlo, sólo si él no fuese mi profesor.
Es un ser humano maravilloso,
increíble e irremplazable. Siempre está ahí para mí y se preocupa por todo lo
que me pasa. Es tan romántico. En cada fecha especial me da un ramo de
margaritas (mis flores favoritas), chocolates o cualquier cosa que sabe que me
gusta. Siempre está escribiéndome poemas. En la escuela, inventa la excusa de tener
que hablarme sobre un trabajo extra para poder verme. Cuando ya todos se han
ido, él me lleva a casa. Por suerte permanezco sola casi todo el día en mi
casa.
Ojalá no fuese mi profesor.
Podríamos estar juntos sin importar las reglas que nos imponen. Podríamos
tomarnos de las manos, sin importar que piensen otros. Podríamos salir juntos a
pasear o a cenar, sin importar el qué dirán. Podríamos besarnos, sin importar
que nos juzguen. Sería lo mejor de la vida.
Junto a él todo sería ideal.
Sería como estar en mi propio cuento de hadas. Donde él sería el príncipe azul
y yo, la princesa que espera con ansias que su caballero de brillante armadura
la rescate. Que maravilloso sería hacer todos mis sueños realidad, claro,
hacerlos realidad junto a él.
Él sabe que me gusta, pero no
tiene idea de todo lo que siento cuando lo veo. Sólo con verlo mi corazón se
acelera, a veces tiemblo de la emoción, me pongo nerviosa si me sonríe, siento
mariposas en el estómago. Cuando se me acerca siento una mezcla de emociones.
Quisiera correr, abrazarlo y decirle a todo el mundo que lo amo. Muchas veces,
he reprimido las ganas de salir corriendo a sus brazos y besarlo. Pero vuelvo a
la realidad y recuerdo que en la escuela sólo podemos ser profesor y alumna, no
novio y novia como en la calle.
Quisiera que al menos por un
día las reglas desaparecieran, y él y yo por fin podamos decirle a todo el
mundo que nos amamos. Ojalá eso pasara.
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