Siempre he tenido la fuerte convicción de que puedes conocer a las personas a través de sus ojos. Puedes
conectarte con alguien con tan sólo hacer contacto visual. En el amor pasa eso.
Puedes enamorarte de una persona tan sólo con ver sus ojos. Creí que había
encontrado al chico para mí en cuanto vi esos ojos verdes, ocultos tras esas
largas pestañas que me volvían loca. Sin embargo, estaba totalmente equivocada
y sólo lo supe cuando él decidió que no podíamos seguir juntos.
Durante días sentí como si estuviese
en el fondo de un agujero del que no podía salir. Él era demasiado importante
para mí y había terminado las cosas de una manera tan repentina, dejándome
totalmente destrozada. Lo veía cada día con la esperanza de que me dijera que
arregláramos las cosas, que aún me quería y que deseaba volver conmigo. Pero
nada pasaba. Los días transcurrieron y ese momento nunca llegó.
Mis amigos veían que yo no
estaba bien y me pedían desistir de esa idea, pero yo me aferraba a ella con
todas mis fuerzas aun sabiendo el daño que me ocasionaba a mí misma. Yo sólo
quería tenerlo de nuevo conmigo, aunque era más que evidente que en sus planes
él no contemplaba esa posibilidad. Lo seguí intentando hasta que, un día,
finalmente me rendí y pude comprender que estaba completamente obstinada a algo
que no pasaría nunca.
Decidí que lo mejor para mí
era estar sola. No quería volver a pasar por todo eso, porque estaba segura que
no podría volver a soportarlo. Decidí dedicarme un tiempo a solas para
reflexionar en todo lo que había pasado. Ese tiempo que estuve sola me sentí
bien como si, de alguna manera, me estuviese renovando. Pasaba tiempo con mis
amigos y empezaba a relacionarme con muchas personas y conocía a nuevas.
Realmente llegué a sentirme feliz con mi vida de esa manera. Podía sentir la
calma.
Un día me encontré
casualmente con un amigo. Él y yo siempre nos habíamos llevado bien pero, por
alguna razón, nunca habíamos tenido una relación tan cercana. Por lo general,
nos saludábamos y en ocasiones hablábamos de trivialidades cuando estábamos en
grupo. Era extraño porque ese día hablamos como si nos conociéramos de toda la
vida. Era algo raro.
Nuestros encuentros casuales
se volvieron cada vez más constantes y cada vez nos llevábamos mejor. Mis
amigas empezaron a cuestionarme por esa amistad. “Pasas mucho tiempo con él”,
fue lo que me dijeron. No sabía qué decir al respecto porque, si bien sabía que
siempre estaba con él, no podía verlo más que como mi amigo ya que, muy en el
fondo, aún sentía algo por ese chico que terminó conmigo. Aunque me doliera
admitirlo, era cierto. Pero a pesar de eso, no podía evitar preguntarme qué era
lo que me llamaba la atención de este amigo.
Cuando llegaron las
vacaciones, creí que las cosas iban a cambiar pero no fue así. Me la pasaba
todo el día en mis redes sociales hablando con él. Todo el día, todos los días.
Recuerdo perfectamente cuando mis amigas me dijeron: “Es obvio que le gustas” y
me respuesta fue un rotundo no. Me negaba totalmente a la idea de que yo podía
gustarle y quería pensar que simplemente era muy amable conmigo. No podía
asimilar la idea de que yo pudiera interesarle como algo más que una amiga,
porque yo estaba bien sola. Estaba bien sin sentir nada por nadie.
Él era increíblemente dulce
conmigo. Siempre se aseguraba de que estuviese bien, se interesaba en las cosas
que me gustaban y compartíamos las cosas que teníamos en común. Realmente me
sentía muy bien hablando con él. Simplemente era yo y eso era suficiente para
él. El problema era que mientras más dulce, tierno y amable era conmigo, más cosas
empezaban a surgir. No quería admitirlo, pero él me estaba empezando a gustar y
más de lo que debía.
Un sueño fue lo que me hizo dar
cuenta que en serio me gustaba. Yo no suelo soñar con alguien en específico,
pero sé que cuando lo hago es por algo importante. Pero yo no iba a decírselo,
¿y si me rechazaba? O peor aún, ¿si me decía que yo también le gustaba? No era
algo que quisiera saber. Trataba de seguir comportándome como la amiga que se
supone debía ser para él. Luego, otro sueño se presentó. En el sueño, él me
quería decir algo importante pero no sabía qué era. Se lo mencioné casualmente
y lo que me sorprendió no fue el hecho de lo tomara como algo bueno sino su
respuesta: “Te iba a decir que me gustas”. Quedé en shock con eso. Era
imposible.
Pero, ¿a quién quería
engañar? No hablas todo el tiempo con alguien porque sí y ya. Mis amigas me lo
habían dicho y yo sólo quería ignorarlas porque, para mí, simplemente no era
posible que yo le gustara.
Después de ese día, nuestras
conversaciones eran distintas. Empezaron a llenarse de corazones, emoticones
tiernos y hasta románticos, muchas palabras lindas y se impregnaron de “te
quieros”. Yo no podía creer el hecho de conocer a alguien como él: tierno,
romántico, divertido, gracioso, poético. Hacía y decía cosas que nadie nunca se
había atrevido por mí. Sólo por mí. Todo eso parecía un sueño y yo sólo podía
pensar en qué momento se volvería una pesadilla. Ya estaba acostumbrada a eso.
Sin embargo, él hacía que cada vez todo se volviese aún más perfecto. Estar con
él era absolutamente increíble.
Hace unos días salimos
juntos. Fuimos a ver una película.
Durante la función, un frío
terrible invadió la sala y yo sólo temblaba, pero puedo asegurar que mi corazón
se detuvo por un instante cuando sentí que él me rodeaba con su brazo para
cubrirme del frío y darme un poco de calor. En unos minutos, estábamos
abrazados tratando de soportar el frío. La escena podría parecer divertida a
primera vista, pero había tantos sentimientos ahí involucrados.
En un instante, sentí que no
podía hacer nada más que mirarlo y él hacía lo mismo. Sólo nos observábamos sin
apartar la mirada el uno del otro. Podía ver claramente sus ojos cafés en la
oscuridad y eran perfectos. Sólo pude cerrar mis ojos cuando sentí sus labios
sobre los míos, fundiéndose en un beso que no parecía tener fin. Para mí, nada
existía alrededor y sólo estábamos él y yo. Nada más importaba. No podía creer
que en serio eso estaba ocurriendo y, por un momento, pensé que todo se trataba
de un sueño y que en cualquier instante iba a despertar. Cuando abrí mis ojos,
me di cuenta de que todo era real y sólo pude sonreír en ese momento. Con mi
corazón increíblemente acelerado.