Ella era la clase de chica
dulce y tierna, pero llena de fuerza y tenacidad por dentro. Ella era una gran
persona y todo el mundo parecía quererla, porque era increíblemente adorable.
Su vida estaba en completo orden, solamente hasta que él apareció.
Él era un chico un poco
cerrado hacia los demás, pero una gran persona. Su vida era constante, bastante
aburrida. En realidad, no había nada que alterara su ritmo de vida, hasta que
ella irrumpió en su mundo para descontrolar todo.
El destino los hizo coincidir
en la misma universidad, la misma carrera y el mismo sueño. Cuando se
conocieron no hubo ninguna atracción entre ellos, pero para todos los que los
rodeaban era bastante evidente que algo pasaba ahí. Ese mismo algo que fue
creciendo mientras pasaban más tiempo juntos. Salían con sus compañeros de
clase, salían con su grupo de amigos, y empezaron a salir solos dos.
Iban a cine porque amaban las
películas. Ella gustaba del drama y él, de la acción, pero se sentían tan bien
juntos que no importaba qué vieran sino el hecho de estar juntos. Salían a
comer a cualquier lugar, porque les gustaba probar cosas nuevas. Él la invitaba
a pasear por los lugares más lindos de la ciudad, sobre todo a los parques y
lagos porque amaba verla sonreír al estar cerca de la naturaleza.
Parecía irreal ver lo que
pasaba entre ellos. Nunca se habían besado ni siquiera se habían tomado de la
mano, pero sólo bastaba verlos mirándose. Sus miradas se conectaban y era como
si chispas destellaran, iluminado todo a su alrededor.
Todos sus amigos podían darse
cuenta del sentimiento que había crecido entre ellos pero, por alguna razón,
ellos parecían negarse a reconocerlo. Es más, se resistían a llevar su relación
a otro nivel. Ninguno de los dos parecía querer que fueran más que amigos, pero
ella lo pensó y supo qué debía hacer.
Un día, él la acompañó a tomar
el autobús. Mientras esperaban, ella lo miró fijamente a los ojos y le sonrió,
dio un paso hacia él y lo besó. Él se sorprendió, pero le correspondió el beso
y la tomó por la cintura acercándola a él. Corazones acelerados que no creían
que lo que estaba pasando era real.
Sin embargo, solo fue un beso
porque las cosas no siguieron como estaban. Algo cambió. Ya no salían y apenas
si se saludaban cuando se encontraban en las clases. Ella quería saber qué ocurría,
pero no quería salir lastimada. Demasiado tarde: él estaba saliendo con alguien
más.
El caos. Estaba destrozada y pensó
que lo más conveniente era alejarse. Así lo hizo. Fue a cumplir un sueño y
curar un poco su corazón. Se fue seis meses. Seis meses en los que él sólo se
preguntaba el por qué ella había huido, porque era muy confuso. Él la quería y
sabía el daño que había causado.
Cuando ella regresó, su
encuentro fue tal cual lo había imaginado: un simple "hola", un breve
abrazo y un "te extrañé". Algo demasiado simple para el sentimiento
que llenaba sus corazones. Él seguía con la chica que había estaba saliendo,
pero ahora era su novia. Sin embargo, él aún sentía algo por ella, pero el
miedo de que huyera de nuevo no le permitía dar ese paso para recuperarla.
Era miedo. La ecuación era
simple. Él tenía una relación segura con alguien que en realidad no le
proporcionaba ninguna sorpresa, solo por el hecho de que temía que aquella
chica perfecta volviera a huir por su culpa.